Las lecciones de Sandra Bullock

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Para el año 2004, Sandra Bullock entendía que había encontrado a ese hombre del que estaba orgullosa de tener a su lado. Conoció al conductor y fabricante de motos Jesse James en un encuentro que organizó entre el entonces famoso presentador del reality Monster Garage y su ahijado. A los pocos días, ambos ya estaban concertando su primera cita, y al año y medio de ese primer contacto, se casaban en California. En un abrir y cerrar de ojos, Bullock había formado una familia, dado que también se convirtió en madrastra de Jesse James Jr., Sunny y Chandler, los tres hijos que tuvo Jesse con su exesposa, Janine Lindemulder. A la par de su idílica vida romántica, la actriz atravesaba una gran etapa de su carrera, gracias a éxitos como “Crash”, “Infame”, “The Proposal” y ‘The Blind Side”, filme por el cual la actriz gano el Oscar en la ceremonia en el 2010. Su discurso de aceptación fue profundamente emotivo. Bullock recordó su infancia en Virginia, los consejos de su madre Helga, y señaló a James como ese amor que siempre estuvo aguardando. La cámara enfocó a la estrella de realities, quien lloraba mientras contemplaba a su esposa disfrutar esa noche insuperable.

A la semana siguiente, los brillos se apagaron. Un día, Bullock canceló repentinamente su aparición en la prémiere de “The Blind Side” en Londres alegando “imprevistos asuntos personales”. Luego de esa desconcertante movida de prensa, se mudó de la casa que compartía con James y su hijastra Sunny en California. Poco tiempo después, los periódicos se hacían eco de una noticia inesperada. James, el mismo hombre que se emocionaba al ver a su esposa recibiendo el Oscar, había tenido una relación extramarital con la tatuadora Michelle McGee, mientras Sandra filmaba la biopic de John Lee Hancock. La propia McGee echó más leña al fuego confirmando los rumores y asegurando que entabló un vínculo sentimental con James a partir de unas conversaciones en Facebook que no tardó en divulgar. Así, en el mejor momento profesional, Bullock enfrentaba el peor escenario personal. El número de infidelidades era tan alto e involucraba a tantas mujeres, que James se vio obligado a emitir un comunicado. “Hay una sola persona a la cual culpar por esta situación y soy yo; todo esto le causó a mi esposa y a mis hijos dolor y vergüenza. Estoy extremadamente triste por haberles ocasionado esto. Lamento mucho todo lo que les causé. Espero que en sus corazones encuentren la capacidad de perdonarme”, escribió. El 30 de marzo, James se internaba en una clínica de rehabilitación para tratar su adicción al sexo e intentar salvar su matrimonio. Sin embargo, Bullock ya había tomado su decisión: en abril de 2010 el divorcio era un hecho. Su ex marido minimizo esa etapa en una charla con “The Daily Mail”: “Sí, la engañé y me hice cargo, pero hombres y mujeres engañan, es parte de la vida”, aseguró. Sandra sin embargo se manejó con extrema cautela durante y después de ese momento doloroso. La actriz continuó enfocada en su trabajo, no hizo declaraciones innecesarias, ni tampoco se expuso a esas consultas de la prensa que antes dominaba con soltura. Esta vez no se trataba de un efímero romance en el set. Esta vez se trataba del peor desengaño. “Estamos todos donde debemos estar. No se puede mirar atrás, y yo agradezco estar aquí, bendecida por lo que tengo”, fue la única frase alusiva que brindó la actriz en una entrevista con Vogue.

Como parte del proyecto de familia que estaba gestando con James, Sandra había iniciado, en 2005, el proceso de adopción de un niño llamado Louis, quien llego a su vida en el 2010. Sin embargo, cuando su vínculo con el conductor se disolvió, la actriz abandonó el domicilio conyugal y se fue a vivir sola con el pequeño, quien le dio la fortaleza para empezar una nueva vida. “No pensé en ser madre hasta que pasó lo de Katrina. Esto me hace llorar, pero Katrina pasó por Nueva Orleans y lo supe. Algo me dijo que mi hijo estaba allí, fue muy raro. Más de cuatro años después de llenar papeles y de ser juzgada como ser humano, lo pude mirar y decirle ‘Oh, allí estás’. Fue como si siempre hubiese estado allí, cabía perfectamente en mi brazo, y me miró a los ojos. Era un sabio. Mi hijo era un sabio”, declaró Bullock, entre lágrimas, en una entrevista durante una conferencia de prensa de la película “Ocean’s 8.  La actriz, que pocas veces había aludido a cómo el destino la condujo a ser mamá de Louis, fue invadida por las ganas de narrar su historia, una que se volvió más rica con la adopción de Laila en el 2015. “Estaba cenando con unas amigas y Louis se quiso sentar con nosotras. Ellas empiezan a hablar de sus hijas y él dice ‘yo no tengo hijas, pero voy a tener una pronto’. Ahí advertí que quizá él sabía algo que yo no. Cuando lo pienso, coincidía con el año en que nació Laila. ¿Será una coincidencia? Fue Louis, Louis siempre fue fuerte, un líder, el líder que me condujo a Laila”, aseguró la actriz que cuando fue nominada nuevamente al Oscar en el 2014 por Gravedad, pisó el teatro Dolby con otra perspectiva. Muy lejos de Jesse James, de las traiciones y el escrutinio público, la actriz se plantó allí como una madre que seguía sin la necesidad de sucumbir a lo socialmente impuesto. Hace tres años, conoció al exmodelo y fotógrafo Bryan Randall con quien logró formar una familia ensamblada y alcanzar la armonía. “Quizá paso demasiado tiempo buscando, buscando cosas que en realidad la sociedad me está diciendo que busque”, decía Bullock hace casi 20 años. Hoy, a pesar de todas las experiencias que la afectaron, ese pensamiento parece no haberse modificado. Bullock se recompuso de años de profundo dolor y llegó a sus dos hijos con fortaleza, sabiduría y capacidad de liderazgo, esas tres cualidades con las que define a Louis y con las que, sin saberlo, también se está describiendo a sí misma.

Foto| Sandra Bullock para Vanity Fair

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