Nosotras las mujeres tendemos a volvernos locas de tanto buscar la perfección en nuestras experiencias, relaciones y personas, y, la verdad, es agotador. Es por esto que en Mujeres On Top hemos decidido plantearnos un reto: dejar de hacer el siguiente listado de cosas sin darnos por vencidas…
Pedir perdón todo el tiempo.
Múltiples estudios demuestran que las mujeres dicen “perdón” mucho más que los hombres. Nos parece muy bien asumir la responsabilidad de un error que hemos cometido, pero decir “lo siento” sin parar, por pedir al camarero que divida la cuenta, decir a un hombre que mejor preferimos salir otra noche o contarle a una amiga nuestros problemas, no sirve de nada, sino todo lo contrario. No hace falta explicar todo lo que hacemos. Tenemos derecho a nuestras propias preferencias y decisiones.
Decir que sí a todo el mundo.
Sí, puedo quedar contigo a tomar un café a pesar de que estoy agotada y lo único que me apetece es irme a casa y meterme en la cama. Sí, puedo leerme tu currículum aunque estoy desbordada de trabajo. Sí, podemos salir con esa especie de novio que tienes y su horrible amigo que está de paso por aquí. Dejemos de decir “sí” cuando no queremos decirlo. La gente respeta más a las personas que fijan unos límites.
Decirnos “no” a nosotras mismas.
Muchas mujeres pasan una barbaridad de tiempo decidiendo lo que no pueden hacer, o no deben hacer, o no son capaces de hacer. No permitamos que nuestras inseguridades y nuestras angustias decidan por nosotras porque lo único que conseguiremos es perdernos un montón de experiencias que merecen la pena. Lo que hay que hacer es hablar con ese grupo de gente con el que creemos no encajar, trasnochar de vez en cuando aunque nos parezca que no deberíamos y permitirnos un festín ocasional aunque no nos haga falta.
Pensar que la comida es nuestro enemigo.
A las mujeres se nos suele dar a entender que lo que más debe preocuparnos es nuestro aspecto. Debemos llevar el cabello suave o con unos rizos perfectos, maquillaje a todas horas -pero un maquillaje que parezca natural- y unos cuerpos fantásticos (es decir, delgados). En nuestra lucha para cumplir estos criterios imposibles, es fácil que acabemos pensando que la comida es algo con lo que hay luchar, no de lo que hay que disfrutar. Hay que ser conscientes de lo que nos metemos en el cuerpo -al fin y al cabo, es el único que tenemos-, pero no caigamos en lo de sentirnos culpables.. La comida no debe ir acompañada de ningún arrepentimiento.
Criticar nuestro físico, tanto en voz alta como mentalmente.
Debemos dejar de pensar que estamos horribles, punto. No sirve para nada, a no ser que estemos tratando precisamente de resolver problemas de ese tipo con nuestro psicólogo.
Sentirnos como unas impostoras cuando tenemos algún triunfo profesional.
Los hombres no suelen hacerlo, pero sí las mujeres, que solemos dudar si merecemos nuestros éxitos. Debemos empezar a valorar nuestros logros sin más. Ese nuevo trabajo, ese ascenso, ese título, ese reconocimiento público, nos lo hemos ganado.
Comparar nuestra vida real con la vida virtual de otra persona.
Pasar todo el tiempo obsesionadas con nuestra vida en la red puede ser angustioso, pero también lo es obsesionarnos con las vidas virtuales de otros. Los estudios demuestran que la adicción aFacebook tiene una correlación con la baja autoestima. ¿Cómo no va a sentirse mal alguien que dedica el lunes por la noche a recorrer las fotos de vacaciones de su ex pareja o a leer los comentarios entusiastas de esa amiga que trabaja en el sector de la moda durante una fiesta llena de famosos? En vez de compararnos sin cesar, cosa que las investigaciones muestran que puede multiplicar los sentimientos de depresión, lo que debemos hacer es apagar el ordenador y disfrutar nuestro momento. Que, por lo menos, es real.
Buscar soluciones médicas en internet para todo.
Llevar una semana con las glándulas inflamadas no quiere decir automáticamente que tengamos un enorme tumor en el cuello. Debemos apartarnos del doctor internet y, si de verdad estamos preocupadas, ir a ver a uno real.
Tener miedo a la soledad.
Hay algunas cosas que podemos controlar -como intentar salir lo más posible, conocer a gente nueva- y otras que no, y encontrar una pareja para toda la vida (o para un tiempo) es una de ellas. No podemos decidir cuándo ni dónde vamos a conocer a alguien con quien acabaremos pasando la vida, así que más vale dejar de obsesionarse pensando que nunca nos va a pasar. Y hay cosas peores que la estar solas. “La relación más profunda que vamos a tener en nuestra vida es con nosotros mismos”, dijo en una ocasión Shirley MacLaine. Totalmente de acuerdo.
Estar con alguien solo porque necesitamos estar con alguien.
Si tenemos terror a estar solas, lo peor que podemos hacer es mantener una relación sin quererlo de verdad. Atarse a una persona que no es la que nos conviene solo porque necesitamos emparejarnos es terrible.
Aferrarse a amistades dañinas.
Hay que eliminar a los malos amigos de nuestras vidas cuanto antes. La vida es demasiado corta para malgastarla con personas que nos humillan.
Fijarse plazos para los grandes acontecimientos de nuestra vida.
No hay que tratar de planear de forma meticulosa cuándo vamos a enamorarnos, a tener hijos, a conseguir el trabajo de nuestros sueños ni a comprar esa casa tan estupenda. Debemos disfrutar de las incertidumbres de la vida y alegrarnos cada vez que cumplimos una de esas etapas e incluso sorprendernos agradablemente cuando nos damos cuenta de que pasamos de una o varias de ellas.
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