¿Dónde están los hombres?” Esa es la pregunta más común entre mi grupo de amigas. Un enigma sin resolver en cada reunión que hacemos y que le damos vueltas y vueltas para descubrir el misterio. ¿Dónde se esconden? La respuesta común seria… “Están en todos lados” Claro que sí, pero hombres que quieran una relación estable aunque no incluya matrimonio pero que envuelva un compromiso son el fenómeno en extinción de la nueva era.
Si miras a tu alrededor en cualquier restaurante podrás notar varias mesas de grupos de mujeres compartiendo entre amigas, con una alta probabilidad de que su tema de conversación sea el mismo por el cual les estoy escribiendo esta nota. Podríamos tener un panorama claro si hubiera una guerra poderosa que envolviera todos los países del mundo y que faltaran los hombres jóvenes, sanos y fuertes, que son los que suelen ir al campo de batalla, pero ese no es el caso. Un estudio reciente revela que la preparación de las mujeres, su independencia económica, el cambio de estilo de vida y la influencia de la tecnología ha logrado que disminuya la presión social para casarse y formar familias por lo que los hombres son ahora menos propensos a implicarse emocionalmente”. No quieren comprometerse a largo plazo.
A esto le añadimos que según el estudio el perfil de las personas viviendo solas se ha diversificado. Si el modelo clásico lo formaban mujeres y hombres viudos y sectores de la tercera edad, hoy el panorama es mucho más diverso: aumentan los solteros y solteras de condición socioeconómica media de entre 35 y 50 años. Pero también las personas separadas o divorciadas, estudiantes…
El informe también señala que existe “una sobrerrepresentación masculina de solitarios”. Así que las estadísticas demuestran que hay muchos hombres disponibles, pero no explican por qué las relaciones de pareja son cada vez más difíciles de hacerse realidad en la vida de millones de ciudadanas y ciudadanos de los países ricos.
Las teorías son infinitas. En una escena de la serie ‘Sexo en Nueva York’, una de las tres amigas describe lo que cree que les pasa a los hombres: “Son como los taxis, si están libres llevan la luz encendida. Un día deciden que están listos para casarse y tener hijos y encienden la luz verde; con la próxima chica que encuentren, ¡boom!, se casarán. No es el destino, es la suerte. Pero si la luz está apagada. ¡No hay nada que hacer!”. Esta teoría es similar al “Timing is everything”. Es decir, que no se trata solo encontrar a un hombre; hay que encontrarlo, sobre todo, en el momento adecuado.
Como somos optimistas me hice la tarea de preguntar a varios amigos del género masculino lugares donde pudiera darse la dinámica de socializar y comenzar a conocer algún marchante que te pudiera presentar al amigo del primo del que finalmente pudiera ser un buen prospecto.
Tres nuevos escenarios donde pueden estar los varones disponibles:
-Cursos sabatinos o de noche, educación continuada, cocina, yoga, zumba, etc:
En este tipo de clases post graduación Universitaria se da el fenómeno de hombres buscando mejoramiento
profesional y nuevas alternativas de socializar. Es una nueva modalidad para conocer personas sin la
necesidad de música alta y bullicio de personas. La mayor ventaja es que los acercamientos se realizan
sin presión y con la espontaneidad que otorgan los espacios en los que se realiza una actividad en
conjunto. Compañeros del curso que se prestan los apuntes o el/la nuevo/a del curso que pide ayuda con
una materia es una excelente manera de crear lazos y eventuales amores.
-Parques donde se reúnen los propietarios de perros/mascotas:
Si eres amante de los perros, y tienes uno de mascota, el anotarte en un club o en parques donde pasean
perritos te puede ayudar grandemente a conocer un buen candidato. Recientes estudios revelan que una
mascota te ayuda a ampliar tu círculo social y pasearlo se ha descubierto como un “modus operandi” muy
eficaz para encontrar a un hombre. ¿Te atreves?
-Celestinos: Los amigos que con cierto criterio se prestan como intermediarios para presentar dos posibles
enamorados suele ser una herramienta útil. Sobre todo, porque se presume que aquel camarada conoce las
características de ambas personas y tiene un mínimo de sentido común como para saber si ambos serán de
cierto agrado el uno para el otro.
