Dolor emocional: ¿La angustia de nuestro cerebro?

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Ante una decepción, un amor roto, una traición, una mentira o la pérdida de un ser querido sentimos dolor emocional. Un dolor desgarrador que lleva plasmándose siglos y siglos en poemas y canciones llenas de sufrimiento. Estas intuiciones poéticas han obtenido apoyo desde los estudios neurofisiológicos, los cuales han encontrado que la metáfora del dolor psicológico generado por algún tipo de pérdida social o emocional se refleja en nuestros circuitos cerebrales.

Concretamente es posible saber esto gracias a la resonancia magnética funcional, una técnica de neuroimagen que nos ayuda a ver qué áreas se encienden cuando nuestro corazón se rompe y se incendian nuestras emociones.

Datos sobre la geografía de nuestras emociones

Para ser más específicos y saber cómo es la carretera que dirige nuestras emociones, debemos conocer algunos datos más. Concretamente que la circunvolución del cíngulo tiene tres áreas emocionales diferenciadas:

  • El área anterior, la cual es responsable de la elaboración de sentimientos y emociones negativas (¡¡ojo!! que sean negativas no quiere decir que tengan que ser malas; por ejemplo, la tristeza es buena siempre y cuando no se patologice).
  • El área central, la cual integra nuestras emociones y nuestros pensamientos.
  • El área posterior, la cual genera sentimientos y emociones positivas.

Algo que nos queda muy claro de toda esta información es que el dolor físico y el dolor emocional comparten sendero. Por eso no debemos menospreciar las heridas emocionales y dejar que sanen “de cualquier manera y al aire”.

En verdad que nuestro corazón se rompa o que nuestro amigo nos traicione nos duele intensamente a nivel mental y fisiológico. La gran mayoría de nosotros será consciente del desgarro que se siente cuando nos toca acabar la historia con, por ejemplo, nuestro primer amor.

Estamos acostumbrados a enterrar el dolor emocional y a no hacer caso del padecimiento al que nos someten las heridas psicológicas. Sin embargo, como hemos destacado en otras ocasiones, habitualmente no hacemos caso omiso si nos duele la cabeza intensamente o el estómago nos da fuertes punzadas.

Una vez queda esto claro, seguiremos expectantes ante nuevos y rigurosos estudios que nos ayuden a comprender aún mejor no solo la presencia del dolor psicológico, sino también la mejor manera de aliviarnos y aprender de la angustia que este nos genera. Actuar sobre nuestro bienestar mental y emocional, trabajar por comprender lo que nos sucede y aliviar nuestras quejas y angustias es una manera de evitar que el sufrimiento no vaya a más.

Vía: lamenteesmaravillosa

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