El miedo es causado en gran parte por tus pensamientos. Cambiar la forma de pensar sobre algo puede ayudarte a calmar la reacción de miedo y reducir la ansiedad
Imagina una situación que te ponga nerviosa. Podría ser subir a un avión o dar una presentación ante un nutrido grupo de personas.
El pulso se acelera. El rostro se ruboriza. La respiración se acelera y se vuelve irregular a medida que la adrenalina corre por tus venas.
Para algunas personas, el miedo y la ansiedad se vuelven tan intensos que evitan la situación. Sin embargo, la evasión afecta la forma en que vives, ya que limita la forma en que encaras la vida.
Con la práctica de algunas técnicas, puedes aprender cómo el miedo afecta tu cuerpo y cómo puedes controlar tu respuesta al estrés.
Escucha a tu cuerpo para cambiar tus emociones
El miedo genera una respuesta física: ritmo cardíaco rápido, respiración acelerada y otras respuestas fisiológicas. Las situaciones de estrés producen estas respuestas físicas, que tu mente interpreta como “tienes miedo”.
Cuando sientes miedo físicamente, tómate un momento para escuchar a tu cuerpo y recuperar el control. ¿Respiras rápido o con dificultad? Respira profundo varias veces y desacelera tu respiración.
Controlar la respuesta física al miedo puede influir sobre tu respuesta emocional.
Supera tus propios pensamientos
El miedo es causado en gran parte por tus pensamientos. Tu cuerpo proporciona un estímulo al miedo y tu mente se dispara, dándote toda clase de motivos irracionales por los cuales deberías sentir miedo.
Por supuesto que los motivos no siempre son lógicos (no te pondrás totalmente en ridículo si tienes que pronunciar un discurso) pero estos pensamientos irracionales invaden tu mente e intensifican tu miedo.
¡No creas en ellos!
En su lugar, identifica esos pensamientos que te generan miedo. Desafíalos. ¿Qué pruebas hay de que te pondrás totalmente en ridículo? Ninguna. Posiblemente no recibas una gran ovación del público, pero no importa; tu objetivo es realizar una presentación profesional donde tu audiencia aprenda de ti. Revalúa la situación y aléjate de los pensamientos demasiado críticos.
Cómo percibes una situación afecta lo que sientes al respecto. Abordar el miedo de forma racional, realista y con un cambio en la forma en que piensas te ayudará a superar su estímulo intenso e irracional.
Usa tu imaginación para disipar tus temores
Imagina tan vívidamente como puedas una situación que te provoque temor. Siente cómo crece la ansiedad, pero luego agrega más información. Pregúntate, ¿qué te preocupa? ¿Cuáles son los resultados más probables? Después, imagina lo que quieres que suceda.
Agregar más información y asociaciones a tus temores ayudará a disminuir sus efectos cuando los sientas en la vida real. Esto puede ser difícil de lograr sin orientación de un profesional, por lo que, si fuera necesario, consulta con un profesional de salud mental con experiencia en el control de la ansiedad.
Deja lo que estés haciendo y sal a pasear
Muchas veces, la ansiedad se debe al hecho de estar rodeados de elementos que nos recuerdan algo que nos preocupa. Por eso, es útil desconectar, aunque sea por unos momentos, para luego volver con las fuerzas renovadas.
Al salir a pasear, tenemos la posibilidad de encontrar nuevos estímulos que reclaman nuestra atención y que nos permiten “refrescar” la mente. Concretamente, si se sale por lugares totalmente desconocidos, los referentes que evocan los recuerdos vinculados a lo que nos preocupa serán mucho menos abundantes. En este sentido, los entornos en los que prima la naturaleza, como los campos o los parques grandes, se han mostrado especialmente eficaces contra la ansiedad.
Estas fases en las que prima la distracción ayudan a descansar, y de esta manera se gana poder de cambiar aquello que nos preocupa una vez que hemos vuelto a la rutina.