Muchas cosas se quedan en el camino tras nuestro paso, cosas que deseamos dejar y otras que quisiéramos no perder jamás, es parte del aprendizaje, de la experiencia, del progreso en la vida, sin embargo, hay algo que nadie puede robarte jamás, tu paz interior. Básicamente nos pasa aquello que permitimos nos pase, evidentemente hay cosas por fatalidad, causa y efecto que la mayoría de las veces no vemos venir, pero sigue existiendo una diferencia en como vivimos lo que enfrentamos, y es nuestro equilibrio interno, nuestra esencia, esa armonía que debemos mantener con nosotras mismas. Nuestro entorno, indudablemente suele tener influencia en nuestra vida, positiva o negativa, genera y estimula, muchos sucesos en nuestro camino, pero nos toca a cada una de nosotras decidir si permitimos o no que nos desestabilice, que nos afecte y que llegue a alterar nuestro estado mental y por ende nuestra paz. Sabemos que el concepto de paz es muy relativo, cada quien tiene una percepción distinta de lo que representa su paz, pero algo si es seguro, y es que la paz es un estado de consciencia, es la mirada clara y serena, sin juicios, sin razones necesarias, simplemente es sentirse pleno y conforme con lo que se tiene, se hace y se es. Si resulta inevitable que nos rodeen situaciones, que el dolor nos toque, que los prejuicios nos molesten, no permitas que te afecte más allá de tu criterio, no te conviertas en lo que alguien más piensa de ti, libérate de los exprimidores de energía, cuida tu espacio y tú libertad, elige lo que piensas y lo que te nutre cada mañana, date un respiro cuando lo necesites y confía en ti más que nadie.
La paz de tu vida te pertenece, la labras con tus obras, con tus elecciones, con lo que permites que entre en tu armonía o que discorde tu equilibrio, no dejes que lo negativo opaque tus virtudes ni confunda tu esencia, vive tu paz y aunque te quedes sin nada en la vida, aprende a conservarla.
Por: Marvi Martínez Via Rincon del Tibet