Sonia Sotomayor, una mujer que es el mejor ejemplo de que el sueño americano es una realidad y no ha muerto por las crisis económicas y la discriminación. En “Mi Mundo Adorado” esta puertorriqueña nacida en el Bronx, Nueva York, hace 58 años, lo tenía todo en su contra: pobreza, enfermedad y la muerte de su padre por alcoholismo luego que ella cumplió 9 años. A pesar de todo, ella se convirtió en la primera latina en la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos.
Otras personas, en sus mismas circunstancias, se hubiesen dado por vencidas. Pero Sonia no. “Hay mucha gente que cree que el latino no tiene la capacidad de hacer las cosas bien”, conto en una entrevista en la Corte Suprema de Justicia en Washington. Y luego, en una frase contundente, revelo la clave de su éxito: “No me dejé discriminar”.
Sonia Sotomayor es lo más cercano que tenemos en la comunidad latina a una verdadera heroína. Muchos niños y niñas, latinos y no latinos, quieren ser como ella. Pero su vida no fue fácil ni perfecta.
En el libro, “Mi mundo adorado”, la jueza cuenta los secretos de la familia Sotomayor. ¿Por qué los expone? Ella dice… “Es la familia de todos nosotros, yo no conozco una familia que es perfecta. No conozco a un individuo perfecto. Quería que conocieran a la Sonia que es de verdad, que tiene muchas fortalezas y limitaciones”.
Sonia fue diagnosticada a los siete años de edad con diabetes y aprendió a ponerse ella misma las inyecciones de insulina, ante la incapacidad o ausencia de sus padres. “El miedo de morir me hizo entender que yo no sabía cuánto tenía en esta vida”, cuenta, “y que quería hacer todo lo que podía cada día de mi vida”.
Ese deseo de aprender y de vivir al máximo la llevó a devorarse la Enciclopedia Británica y cualquier libro que se cruzara a su paso. Su madre, Celina, le repitió tanto una frase que se le quedó grabada: “Tienen que obtener una educación; es la única manera de salir adelante en el mundo”. Y así fue.
“La educación abre las posibilidades, no sólo de un buen trabajo, sino de crecer como ser humano”. Con estas palabras poderosas Sonia, la del Bronx, se destacó tanto en la escuela que fue becada para asistir a dos de las principales universidades de Estados Unidos: “Me abrieron la puerta en (las universidades de) Princeton y Yale con los programas de acción afirmativa. Esa fue una ayuda tremenda. Pero lo que hice, lo hice yo cuando entré”.
De pequeña a Sonia la apodaron Ají por traviesa y revoltosa. Pero también reconoce en su libro que algunos hombres, con quienes ha trabajado, la calificaron de “bruja”. ¿Por qué? “Tengo un carácter fuerte. “You don’t push me around” No permito que la gente piense que no tengo valor. Y el valor es el tener orgullo en lo que uno es”.
La principal virtud y quizás también el principal defecto de Sotomayor es lo que ella ha llamado “independencia existencial”. Ella aprendió desde pequeña que no podía depender de los adultos y así ha vivido siempre. Un ejemplo. Su ex esposo, Kevin Noonan -con quien estuvo casada sólo seis años- le dijo lo siguiente al divorciarse: “Yo sabía que me querías, pero sentía que no me necesitabas”.
Así es Sonia del Bronx, si la Jueza Sonia Sotomayor, puertorriqueña, latina, sencilla, una apasionada del baile y la música salsa que ha roto barreras hasta en las cosas más pequeñas. Una mujer poderosa que la necesidad y la vida la hicieron convertirse en alguien fuerte y trabajar por ella misma en todo lo que se ha propuesto. Si quieres recibir herramientas poderosas no olvides añadir su libro “Mi mundo adorado” a tu colección para que devores cada página y recibas un aprendizaje invaluable que te ayudara a moverte sin miedos y con mucha esperanza a recibir lo que mereces. Una vida al máximo!